Los Objetivos de Desarrollo Sostenible han trazado un camino para todos los agentes sociales, incluido el Tercer Sector. Las ONG llevamos años contribuyendo con muchos de ellos, pero con esta nueva Agenda se nos marca un camino único para todos, con unos objetivos claros y compartidos.
La Agenda también nos legitima de una vez por todas como agente indispensable y decisivo a la hora de tomar decisiones conjuntas en torno a temas globales, como el fin de la pobreza, la desigualdad, el hambre o la injusticia. Las ONG somos un socio clave y esencial, somos un intermediario activo y un puente necesario entre la ciudadanía, los poderes públicos y el sector empresarial.
La Agenda 2030 también ha significado una nueva oportunidad para favorecer el trabajo en red y la creación de alianzas entre organizaciones y entre sectores, algo a lo que no estábamos tan acostumbradas las ONG. Estamos, por tanto, llamadas a crear redes que permitan el intercambio de experiencias y conocimientos y la búsqueda de soluciones conjuntas, con mayor impacto y pertinencia.
El compromiso de Aldeas Infantiles SOS hacia un mundo más justo e igualitario
Desde Aldeas Infantiles SOS consideramos crucial impulsar el cumplimiento de los ODS, no solo en España sino en el mundo. Por ello, frente a la aparición de la Agenda 2030 en el 2015, desde nuestra acción social hemos analizado en detalle a qué ODS contribuimos de manera directa con nuestro trabajo.
De este modo, en ese año iniciamos un proceso de reflexión y análisis en los 136 países y territorios en los que formamos parte de la Federación, que culminó con un plan estratégico a 2030, donde trazamos el camino que debemos recorrer, con una firme pisada, para contribuir a la consecución de los ODS más vinculados con nuestra Misión y Visión.
Al prevenir la separación de padres e hijos en situación de vulnerabilidad, garantizar un cuidado alternativo de calidad para los niños que perdieron el cuidado parental y preparar a los jóvenes para una vida independiente, desde Aldeas Infantiles SOS contribuimos fundamentalmente a la consecución de 5 objetivos: ODS 1 (fin de la pobreza), ODS 4 (educación de calidad), ODS 8 (trabajo decente y crecimiento económico), ODS 10 (reducción de las desigualdades) y ODS 16 (paz, justicia e instituciones sólidas). Asimismo, nuestra labor también influye positivamente en el logro de aquellas metas vinculadas a la salud y el bienestar, la igualdad de género y la creación de alianzas multi-actor.
Por otra parte, es interesante señalar la interconexión existente entre los distintos ODS y cómo desde lo local también estamos influyendo a lo global. Así, si ofrezco apoyo a un joven en situación de vulnerabilidad para que pueda realizar sus estudios, no solo estoy influyendo en el Objetivo 4 de garantizar una educación de calidad, sino también en el Objetivo 10, que habla de la reducción de las desigualdades.
A su vez, participamos de manera activa en el proceso de discusión y elaboración de la Agenda 2030, mediante nuestra representante permanente en Naciones Unidas. Junto a otras organizaciones dedicadas a la infancia, logramos que los niños que han perdido el cuidado de sus padres o que están en riesgo de perderlo sean tomados en cuenta en esta agenda. Así, se incorpora el principio Leave no one behind (no dejar a nadie atrás), que expresa la voluntad de que ningún objetivo puede cumplirse a menos que se cumpla para todos.
No obstante, hace 70 años que Aldeas Infantiles SOS está trabajando activamente en los ODS en España. Nuestros orígenes y que hacer están enfocados en atender a las personas más vulnerables y muchas veces invisibles, en dejar nadie atrás. La trayectoria y alcance de nuestra intervención social dirigida a la infancia y sus familias, nos permite hacer frente con firmeza y resolución, con experiencia y aprendizaje, los retos que la Agenda 2030 plantea. Podemos decir que la Agenda 2030 es también nuestra Agenda.
En España hemos asumido e integrado plenamente estas 5 metas en nuestros planes de trabajo para dar respuestas adecuadas a los niños que están en riesgo de perder el cuidado parental, a los que ya los han perdido y acompañando a los jóvenes más vulnerables hacia su plena integración social. Colaboramos especialmente con la Administración, las empresas y con entidades sociales relacionadas con el bienestar de la infancia. Sabemos que el objetivo es de todos y establecer redes basadas en el respeto y compromiso con todos los actores involucrados es la única manera de conseguirlo.
Nuestro proyecto educativo de intervención directa también contempla de manera transversal que los niños, los jóvenes y las familias conozcan, reflexionen y se comprometan con la consecución de esos objetivos, partiendo de sus propias realidades: fomentando el valor de la paz y la justicia en sus hogares, cuidando y respetando el entorno natural donde se desenvuelven, reciclando y reutilizando, entre otras.
Además de nuestro trabajo en atención directa a la infancia, nos hemos comprometido con la sensibilización de los ODS, en distintos ámbitos de influencia:
Estamos convencidos que, en la medida en que el compromiso con un mundo más justo e igualitario y respetuoso con el medioambiente sea colectivo y compartido, permeando todas las esferas de la sociedad, solo así seremos capaces de responder a tiempo a las metas globales. Y para ello, brindar información a las personas y grupos, haciéndolas visualizar la importancia de su accionar para un mundo mejor y sostenible, resulta clave.
Niños sin cuidado parental y la Agenda 2030
La familia es el lugar de referencia por excelencia para todas las personas. Es donde cada individuo debe sentirse querido, cuidado y protegido. Para los niños, niñas y adolescentes la familia es el núcleo central de su protección. Crecer en familia trae consigo consecuencias positivas en su desarrollo integral e impacta directamente en sus logros y oportunidades de futuro. Vivir en familia es reconocido como un derecho humano y, como tal, debe garantizarse siempre.
Sin embargo, en España actualmente hay 300.000 niños en riesgo de perder el cuidado parental, de los cuales 48.000 ya se encuentran dentro del sistema de protección. Los niños, niñas y adolescentes en riesgo de perder el cuidado de sus familias y aquellos que ya lo han perdido se constituyen como nuestro grupo meta. Además de que su derecho a la familia ha sido violentado, ellos están más expuestos a sufrir explotación, abuso y negligencia durante su infancia y, al llegar a la edad adulta, de enfrentarse a mayores desafíos para adaptarse a la vida autónoma y participar activamente en la sociedad. Además, son más propensos a experimentar discriminación, exclusión social, inseguridad laboral, pobreza y problemas de salud.
Ellos son la razón de nuestra existencia y por los cuáles desplegamos todos nuestros esfuerzos. Los niños sin cuidado parental deben ser una parte fundamental de la Agenda 2030, pues hay objetivos que no podrán alcanzarse si no son tenidos en cuenta.
Es posible habar del impacto que ha tenido nuestro trabajo (y tendrá de futuro) en relación a cumplimiento de los ODS, en base a nuestro impacto en las vidas de los individuos y así estimar la medida en la cual contribuimos con las metas específicas de los ODS.
Dado nuestro impacto en las vidas de los exparticipantes, es razonable esperar que los resultados positivos que vemos en ellos igualmente deban verse reflejados en las vidas de los participantes actuales y futuros hasta 2030. Por ejemplo, en nuestros programas de acogimiento de tipo familiar y de fortalecimiento familiar apoyamos a los niños, niñas y jóvenes para que tengan acceso a una educación de calidad, reciban formación en habilidades desde el desarrollo de la primera infancia hasta la educación secundaria, formación profesional y en algunos casos hasta la educación universitaria. En promedio, en todas estas áreas relacionas con educación y habilidades, al 82% de los exparticipantes han tenido resultados positivos. Dado que las metas de los ODS 4.2 y 4.5 se refieren específicamente a estas áreas de educación, establecemos que nuestro trabajo directamente contribuye a alcanzar estas metas. Podemos esperar, por tanto, que el 82% de nuestros participantes actuales y futuros sean positivamente impactados en términos de educación y habilidades, lo que equivaldría a 5,3 millones de niños y niñas hasta 2030.
Esta misma lógica ha sido aplicada a las metas relacionadas con los ODS 1, 8, 10 y 16, según se ilustra en la figura a continuación:
Además de los ODS anteriormente mencionados, también aportamos indirectamente a otros, como por ejemplo al ODS 3 que refiere a ‘salud y bienestar’. Los resultados de nuestro impacto han mostrado que el 93% de los exparticipantes de nuestros programas gozan de buena salud y tienen acceso a servicios de atención médica pertinentes. En nuestros programas trabajamos junto con aliados locales para garantizar que niños y familias tienen un acceso adecuado a la atención médica. Por lo tanto, siguiendo el planteamiento antes expuesto, probablemente habremos impactado a seis millones de niños y niñas a través de nuestra contribución indirecta al ODS 3 hasta 2030.
Para Aldeas, trabajar por y para los niños en situaciones de vulnerabilidad es nuestra razón de ser y existir. Cuando dialogamos con otras instituciones y particulares respecto a la importancia de prestar atención y cuidar de la infancia, el primer argumento en el que hacemos énfasis es que debemos HACERLO POR ELLOS. Por su presente. Porque el lugar en el que un niño o niña nace no debería determinar el acceso a sus derechos, condicionar su desarrollo y aprendizaje y limitar sus oportunidades futuras. Cuando esto sucede, como sociedad estamos fallando. Estamos quitándoles a estos niños la posibilidad de elegir qué hacer en su futuro. Les estamos quitando su libertad.
En una segunda instancia, es importante señalar que invertir en la infancia temprana trae consigo resultados positivos y rentables para la sociedad en su conjunto. Lo que suceda en esta etapa de la vida de las personas determina su futuro y son la base sobre la que se construyen las sociedades. De este modo, los países más prósperos son aquellos que han invertido más en la infancia (World Bank, 2011). Invertir en la educación, salud y en el apoyo y fortalecimiento estratégico de la familia en primera infancia tiene como resultado la disminución de los índices de delincuencia, de los embarazos a edades tempranas y de inequidad; lo que contribuirá al incremento de la productividad y competitividad de las personas y, por lo tanto, impactará positivamente a la economía del país (Heckman, 2015).
Así, invertir esfuerzos en mejorar las condiciones que viven los niños y adolescentes implica no solo impactar en sus vidas y en los ODS directamente ligados a ellos, sino que tiene un efecto multiplicador. Trabajar con un niño, tiene impacto sobre su familia, sobre la institución a la que este asiste, sobre barrio en el que vive, y así sucesivamente. En definitiva, si un niño está bien, significa que su familia está bien y, si su familia está bien, es más fácil que la comunidad también esté bien. El potencial de escalabilidad que tiene invertir en infancia es innegablemente alto y positivo.
Cuidar a un niño es quizás la tarea más noble que tenemos los adultos, ya sea desde nuestra condición de padres, de educadores, de profesionales de la salud, o desde las propias responsabilidades de los dirigentes y líderes sociales y políticos. Una sociedad que se precie y sea sana, tiene que poder realizar todos los esfuerzos posibles para que ningún niño quede atrás. El principio de igualdad de oportunidades se genera desde la primera infancia y en este principio se va afianzando y construyendo la justicia social, que en definitiva es de lo que trata la Agenda 2030.
Si atendemos sus necesidades físicas, espirituales y afectivas, estaremos contribuyendo a que puedan llegar a ser aquello que desean, y este destino rara vez será incompatible con la creación de una sociedad más justa y mejor organizada. Debemos buscar juntos soluciones para conseguir que todos los niños y niñas vean realizados y respetados sus derechos, ya que es la mejor herramienta para la consecución de sociedades igualitarias, prosperas y justas; y la mejor fórmula posible para no dejar a nadie atrás.
Ahora, ¿cómo está España en relación al cumplimiento de los compromisos asumidos con la Agenda 2030? ¿Hablar de que estamos yendo hacia una sociedad más justa, igualitaria, próspera y respetuosa con el entono, es algo real? El reporte internacional SDG Index and Dashboards Report 2018 refleja cuál es la tendencia en el cumplimiento de los ODS en España hasta ese año. De acuerdo con los datos arrojados, deberíamos reforzar esfuerzos en casi la mitad de estos para cumplir los objetivos y mejorar la tendencia actual. Según la tendencia, los indicadores para los ODS 1, ODS 8, ODS 14, ODS 15 y ODS 16 permanecen estancados o están avanzando a un ritmo inferior al 50% de la tasa de crecimiento necesaria para alcanzar los ODS en 2030; mientras que para los ODS 10 y 17 los indicadores nos señalan que debemos hacer cambios profundos. Esta fotografía de España a 2018 nos permite analizar hacia dónde deben ir los esfuerzos del Estado, las empresas y las organizaciones del tercer sector. En el caso de Aldeas Infantiles SOS, nuestro trabajo incide precisamente en cinco de los siete ODS en los que existe un mayor riesgo de incumplimiento (ODS 1, ODS 8, ODS 10, ODS 16 y ODS17). Hoy reafirmamos, más que nunca, el compromiso asumido de responder de manera contundente al cumplimiento de estas metas.
Solo en la confluencia y suma de esfuerzos lograremos revertir las cifras que nos indican que, de seguir así, no llegaremos a la meta pactada para 2030; una meta que no tiene que ver con el mero cumplimiento de las cifras sino con las personas y con nuestra sociedad en su conjunto, siendo por tanto una llamada a la responsabilidad social de todos los actores que la conformamos.
La comunidad internacional tiene una oportunidad sin precedentes con los ODS. Si unimos fuerzas y todos los actores sociales ponemos algo de nuestra parte, el efecto será transformador. No podemos dejar pasar esta oportunidad, quizás la última, de trabajar juntos por un mundo mejor, para no dejar a nadie atrás, especialmente los niños que más nos necesitan.
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